Ekketerberg, el juglar belga
Tobbias Ekketerberg, "el Jilguero de Bruselas", como el mismo insistía en hacerse llamar (si bien disputa ese título con otros 38 compatriotas), nació el 7 de noviembre de 1964 en la barriada de Sant Gilles de Bruselas. Los padres del cantautor - figuras omnipresentes en su obra - dedicaron cuarenta y cinco años de su vida a trabajar en la oficina del censo de extranjeros de Ixelles, donde se habían conocido. Muy pronto se percataron de que su hijo demostraba un cierto talento para la creación artística, en sus formas más básicas. El niño era un portento acompañando canciones patrióticas con la cuchara y la botella de anis du singe, pero donde realmente destacaba era en el manejo del silbato. Los vecinos de la familia recuerdan muy bien la habilidad de Tobbias con dicho instrumento.
"Practicaba noche y día - nos comenta una vecina a la salida de la iglesia - el muy hijo de …".
Tobbias Ekketerberg, "el Ruiseñor de Sant Gilles", como también insistía en hacerse llamar, no recibió una sólida formación musical propiamente académica, si bien tampoco puede decirse que sea un autodidacta en sentido estricto. En rigor, no puede afirmarse que haya aprendido música jamás. En cualquier caso, Ekketerberg afirmó en todo momento que él no necesitaba conocimientos musicales para componer. Más aún, precisamente si compuso es porque no tenía tales conocimientos.
"Hay que acabar con la tiranía de Monsieur Pentagrama de una vez por todas - repitió toda su vida - El talento creativo debe ser liberado de la esclavitud de las asfixiantes corcheas".De una manera sintética se puede decir que la cadencia rítmica de las canciones de Ekketerberg se estructura sobre acordes musicales reiterativos de carácter electrónico-instrumental, admirablemente parecidos a las tonadillas pregrabadas de los organillos eléctricos Casio.
Pero sin duda no es la música propiamente dicha ("un mero peaje para contentar a los críticos advenedizos y obesos") el aspecto más relevante de la producción de Ekketerberg. Lo que hace de este cantautor belga un músico singular e inimitable son las letras de sus canciones. Sus textos bien pueden ser considerados como un valioso objeto de análisis (por lo menos) sociológico.
Dejando de lado la duración de las canciones (todas por encima de los veinte minutos), la huella de identidad del autor se refleja en su selecta temática. Ekketerberg siempre consideró las canciones sentimentales como un género despreciable y vulgar. Juzga "ridícula y muy ordinaria" la desnudez con que otros cantautores exhiben impúdicamente los sentimientos más desgarrados ante el público. El "Petirojo de la rue de Savoie" tuvo claro desde un principio que quería ser el cantautor de la satisfacción razonable, del equilibrio cotidiano.
"El público está harto de lamentos y gimoteos, corazones partidos y siemprepensarentíes. Los "te amo" suenan ya a latas viejas y vacías. Y encima oxidadas. Rompamos con la canción sentimental . ¡La revolución de lo mesurado es imparable!"
(bis de nuevo, ocho veces)Buenos días, almohada.
Hoy no ha salido el sol, pero
tampoco llueve.
Así que dejaré el anorak en casa.
De camino al trabajo,
tomaré el desayuno.
Hu-hu, desayuno, desayuno.
Tengo para mi que hoy
saldré pronto de trabajar.
A media mañana comeré mi gofre sin chocolate,
pero con nata.
No es que necesite guardar la línea,
Pero hay que cuidar
la pancita.
Hu-hu, la pancita, la pancita.
Trabajar en los
ferrocarriles del Estado
no es muy excitante,
pero tiene sus cosas
buenas.
A veces los borrachos de la Estación Central se pelean
Y arman
gresca
Hu-hu, gresca, gresca.
Cuando me aburro en el trabajo,
Pienso que los sindicatos han negociado
Un buen plan de pensiones.
Cuando quieren son muy listos los tíos.
Hu-hu, muy listos, los tíos.
"Un nítido barómetro con el que se puede medir la profundidad del alma del autor".
El disco que edita la Belgische Grammophon reúne los hitos más destacados del cantautor: Me puede ir mejor, pero también peor; La cerveza, más buena con espuma; Carnicero, póngame cuarto y mitad; Pasé todo el día en el río, sin resultados reseñables; Y tú, ¿cómo te atas los cordones?... Como no podía ser de otra manera, el disco concluye con su memorable canción de despedida: "Adiós amigos, me voy a cenar".
(Posiblemente debido a unos malentendidos administrativos dentro de la firma discográfica, la primera remesa de discos de Ekketerberg saldrá al mercado en formato vinilo. No obstante, en declaraciones a El Retablo, la dirección de Belgische Grammophon ya ha asegurado que este problema no se repetirá en el futuro, dado que no piensan volver a editar jamás la obra de Ekketerberg.)
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