Poesía Express

La empresa Tele-Plectro ha abierto dos sucursales en Madrid y una en Barcelona, y tiene planes de abrir otras diez en dos años por todo el territorio nacional. Tele-Plectro es una franquicia de poesía rápida. Produce poemas con la misma filosofía de trabajo con que los Mc Donald’s producen hamburguesas o Tele-Pizza, pizzas. Manuel Garcigómez, Director ejecutivo de la firma de poesía rápida, nos explica las claves de un negocio que apunta hacia el éxito.
“Tele-Plectro ocupa un nicho de mercado que comenzaba a ser tímidamente explotado por diversos operadores del mercado vía sms: “envía poema al 7777”. Enseguida nos dimos cuenta de que el negocio tenía futuro. La gente necesita un poco de poesía en su vida, y está dispuesta a pagar por ella. ¿No pagamos por los libros que leemos, los DVD que vemos o los cuadros que colgamos en nuestro cuarto de baño? Sucede lo mismo con la poesía. Los consumidores comienzan a hastiarse con los productos para el cuerpo; ha llegado la hora de explotar los productos para el alma.”Visitamos las dependencias de Tele-Plectro en la madrileña calle de la Lira. El interior ofrece ese aspecto de asepsia funcional propia de cualquier establecimiento de comida rápida. El mobiliario es simple, poco acogedor, fácil de limpiar y de colores chillones. Al fondo hay un gran mostrador donde los empleados transmiten a “cocinas” los pedidos de los clientes y los sirven, una vez preparados. Sobre el mostrador, en un gran letrero de colores vivos, el cliente encuentra el menú de lo que puede elegir, los precios y las ofertas especiales:
Soneto de amor herido………………3’20 euros
Romance nostálgico/evocativo.....4’05 euros (8 cuartetos. + 0’55 por cuarteto extra)
Endecha luctuosa……………………..3’60 euros
Letrilla satírica………………………...0’99 euros cada terceto
Panegírico…………………………….....5 euros
Pide un romance y dos letrillas… ¡y te llevas un epitafio extra de regalo!
(Para otros metros, solicitar información en el mostrador)
Cruzamos la mampara que hay tras el mostrador y entramos a “cocinas”, lo que llaman “el Parnasillo”. En un espacio reducido, cerca de diez poetas trabajan sin descanso. El perfil del trabajador es el de un joven universitario greñudo, aunque también se pueden ver un par de barbas blancas entre la agitación creadora. El ruido de pucheros es el que corresponde al sitio: el run run del garabatear de las plumas sobre el papel, suspiros, gimoteos, llantos desgarrados, súbitos “oh”, “ah”, “¡lo tengo!”… Después del suicidio romántico, el resbalón es la primera causa de accidentes laborales. Por ello una empleada de la limpieza pasa la fregona por el suelo del Parnasillo cada media hora. Se deben secar los charcos que forman las lágrimas de los poetas (de todos modos el nivel de higiene es francamente mejorable, en general). El ritmo de trabajo es frenético. Según entrega un encargo en la bandeja, el poeta debe ponerse con otro nuevo al tiempo que lo anuncia por megafonía la empleada del mostrador:
“Lira garcilasiana con petición de perdón, alabanzas a la beldad de ella y promesa de amor eterno, cuatro quintetos… Letrilla satírica contra profesor de Química, cuatro tercetos demoledores en asonante… Soneto de amor acaramelado para el día de la madre: nombre Juana, de parte de su hijo Julián… Romance de amor herido con juramento de venganza, asonante, cuatro cuartetos, con encabalgamientos apasionados… Renuncia al mundo y sus engaños y desprecio a la vida en verso libre, posible suicidio, tamaño mediano…”

Normalmente el producto es del género take away, para llevar. No obstante, en ocasiones el cliente lo consume en el propio establecimiento (normalmente se trata de parejas sin mejor plan que van a pasar el rato). El cliente suele quedar satisfecho, aunque los hay exigentes. Durante nuestra visita asistimos a una reclamación:
“Disculpe, señorita. He pedido una lira garcilasiana y un soneto y me han servido una lira becqueriana con unos versos de pie quebrado bastante amargos. Además, el último terceto del soneto rima en asonante ¡y va en alejandrinos! Haga usted el favor…”
No obstante, es la excepción. Clientes y dirección están contentos. Sin embargo, no todo es armonía en este negocio de la poesía: los trabajadores de cocina se quejan con amargura.
“Estamos contratados a tiempo parcial. Trabajamos en unas condiciones de mucho estrés, y, claro, eso al final se nota en la calidad del producto. Algunos de nosotros tienen que fumarse un par de canutos a media jornada, incluso opio. Si no, ¿de qué? ¿De dónde iba a salir tanta inspiración? Hay veces que las ubres de las musas se
secan de tanto mamar.”
Sin embargo, la dirección se muestra optimista. La marcha del negocio es buena y con el tiempo aumenta la demanda. Como reto inmediato, Tele-Plectro se plantea incorporar el reparto de poesía a domicilio.
“Si funciona con las pizzas, ¿porqué no con la poesía?”
Si está interesado, puede encontrar más información en la página web de la empresa: http://www.teleplectro.es/
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